Una de las circunstancias que conviven con los edificios y las estructuras son las fisuras presentándose en tabiques, cerramientos, elementos estructurales, etc. La mayor parte de las veces no les damos importancia, y en muchas ocasiones no la tienen. Pero cuando se trata de fisuras de las construcciones en ambiente marino, la situación cambia.
El ambiente marino, cargado de cloruros y niveles de humedad acusados y variables establece unas condiciones propensas al deterioro de los materiales.
En el caso concreto de los elementos estructurales de hormigón armado se puede producir que la protección que el hormigón aporta a las armaduras disminuya o se anule. Esta situación se puede producir principalmente por dos factores:
Carbonatación del hormigón.
Presencia de cloruros en la superficie de las armaduras.
La carbonatación del hormigón se produce por la reacción paulatina de los elementos alcalinos del cemento solubles en agua con sustancias ácidas del ambiente, bajando el pH hasta valores cercanos a 7. Cuando la profundidad de la reacción de carbonatación llega o traspasa la armadura, ésta se corroe libremente.
Es verdad que esa profundidad de carbonatación está relacionada con el tiempo que posee la estructura, pero aquí es donde intervienen las fisuras que aparecen en los elementos debido a diferentes causas como retracciones plásticas o hidráulicas, o tensiones de la propia estructura. En estas zonas fisuradas la carbonatación profundiza en los labios de la grieta llegando con más rapidez a la armadura y por tanto despasivando esa zona.
Los cloruros pueden tardar años en atravesar el hormigón del recubrimiento de las armaduras, pero si en la superficie del mismo se encuentran fisuras y las condiciones apropiadas como son presencia de humedad y ciclos de humectación-desecación se produce acumulación de iones que desencadenan corrosiones.
En el momento en que se produce la situación de contacto entre ambiente marino y armadura por alguno de los dos fenómenos descritos, la corrosión es inmediata. En este momento hay un cambio de velocidad en el deterioro del elemento, ya que el inicio de la corrosión hace que se acelere la producción de la misma y llegue a desprender los recubrimientos y disminuya la sección resistente de acero y hormigón.
Es por tanto de mucha importancia el control de la fisuración en el hormigón en la ejecución de la obra y en los edificios construidos en ambientes marinos, ya que está relacionada directamente con la vida útil de la estructura.
La EHE-08 limita la abertura de fisura máxima Wmáx en 0,2 mm para el Ambiente IIIa, y otros estudios oscilan entre 0,1 y 0,25 mm. Otras variables a considerar son el espesor de recubrimiento del hormigón y la tipología de fisura, ya que varía la abertura si medimos superficialmente a si lo hacemos en contacto con la armadura.
En conclusión, es muy recomendable que en las estructuras situadas en ambientes marinos en que existan fisuras nuevas o antiguas, en lugar de cubrirlas, se realice un examen de las mismas teniendo en cuenta su disposición, origen, abertura, espesor de recubrimiento del hormigón, carbonatación y otros datos en función de cada caso particular. La protección de estas estructuras en ese momento evita que se acelere el proceso de deterioro y que el coste de las reparaciones sea más económico, efectivo y sencillo.
Bibliografía:
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Prueba de estanqueidad
Patología de humedades
Inspección técnica de edificios
- Artículo de investigación del CSIC “Análisis de las condiciones de fisuración en las estructuras de hormigón armado y su relación con la probabilidad de la corrosión de las armaduras”. Jesús Rodríguez Santiago y Carmen Andrade Perdrix.